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1. Introducción

En diciembre del año 2000, BILL GATES, fundador de Microsoft y uno de los mayores genios de nuestro tiempo, escribió un ensayo titulado Shaping the Internet Age sobre la evolución de Internet y las tecnologías de la información y la comunicación (en adelante, TIC) en el que explicaba cómo por esas fechas amanecía la “Era de Internet” y, como gran visionario que es, anticipaba muchas de las revoluciones tecnológicas que aún estaban por venir.

En efecto, en dicho ensayo destacó, entre otras cosas, cuestiones tan relevantes como las siguientes:

a) “Hace menos de un cuarto de siglo, Internet era una oscura red de grandes ordenadores utilizados únicamente por una pequeña comunidad de investigadores. En ese momento, la mayoría de los ordenadores se encontraban en departamentos corporativos de tecnologías de la información o laboratorios de investigación, y casi nadie se podía imaginar que Internet iba a jugar un papel tan importante en nuestras vidas tal y como lo hace en la actualidad. De hecho, la idea de un <<ordenador personal>>, y millones de personas conectadas por una red global, parecía absurdo, excepto para un puñado de entusiastas.

Hoy en día, Internet está lejos de ser oscuro ya que es el centro de atención para las empresas, gobiernos e individuos de todo el mundo. Esto ha dado lugar a industrias completamente nuevas, ha transformado las ya existentes, y es un fenómeno cultural global. Pero a pesar de su impacto, en la actualidad, Internet sigue siendo más o menos lo que fue el automóvil Modelo T durante la época de Henry Ford. Hemos visto un montón de cosas increíbles hasta ahora, pero queda mucho más por venir. Solo estamos en los albores de la era de Internet”.

b) “En los próximos años, Internet tendrá un efecto aún más profundo en nuestra forma de trabajar, vivir y aprender. Al permitir la comunicación y el comercio de manera instantánea y sin problemas en todo el mundo, desde casi cualquier dispositivo imaginable, esta tecnología será una de las fuerzas culturales y económicas fundamentales de principios del siglo XXI”.

c) “¿Por qué es Internet una tecnología tan poderosa y convincente? En primer lugar, desde su concepción en la comunidad académica (en gran parte como resultado de la investigación patrocinada por el gobierno) para su posterior desarrollo y comercialización por el sector privado, Internet se ha convertido en un intercambio de información único e independiente. Es capaz de crecer orgánicamente, puede funcionar de manera fiable con poca gestión centralizada, y está construido enteramente por normas comunes”.

d) “Internet ha revolucionado la forma en que vivimos y trabajamos, pero todavía está en sus inicios. En los próximos años, una combinación de dispositivos baratos y de gran alcance, acceso cómodo y rápido a Internet así como las innovaciones de software, puede hacer que Internet sea un recurso tan común y potente como es la electricidad a día de hoy.

Actualmente, la mayoría de las personas acceden a Internet a través de los ordenadores de su hogar u oficina, pero como los microprocesadores cada vez son más baratos y más potentes, la conexión a Internet estará disponible en una gama más amplia de dispositivos inteligentes, como las tabletas o teléfonos móviles inteligentes e incluso electrodomésticos. La gente será capaz de compartir información sin problemas a través de los dispositivos e interactuar con ellos de una manera más natural, utilizando el habla, la escritura y los gestos. Con el tiempo, van a ser capaces de interactuar con un ordenador casi tan fácilmente como lo hacen con otras personas.

Y toda esta potencia tecnológica estará interconectada, a medida que Internet de alta velocidad accede a más áreas y de muchas maneras diferentes, tanto por cable como inalámbricas. Los avances en las tecnologías de las comunicaciones, junto con la creciente demanda pública de acceso a Internet, harán que la conexión a Internet sea común en el hogar, en el trabajo o de viaje.

La comunicación entre los dispositivos en Internet se verá muy reforzada por los nuevos estándares de Internet, tales como XML, que ofrece una manera de separar los datos subyacentes de una página web en la vista de presentación de esos datos. Esto hace que sea más fácil para que los datos sean compartidos a través de una amplia gama de PCs, servidores, dispositivos de mano y teléfonos <<inteligentes>> y electrodomésticos. Si bien Internet a día de hoy consiste en <<islas>> en las que los datos son difíciles de editar, compartir e integrar, el Internet del futuro va a romper esas barreras y permitir a las personas acceder y compartir la información que necesitan -sin importar si ellos acceden a Internet desde su PC o desde cualquier otro dispositivo-.

Todos estos avances pronto crearán un Internet ubicuo, esto es, información personal y de negocios, correo electrónico y mensajería instantánea, multimedia y contenidos web estarán disponibles en cualquier momento, en cualquier lugar y desde cualquier dispositivo”[1].

Como se ve, GATES acertó de pleno en sus previsiones y las TIC están cambiando íntegramente nuestra manera de vivir, de trabajar y, lo que es más importante a efectos de este trabajo, también está modificando radicalmente la metodología de enseñanza y aprendizaje en las instituciones de educación superior.

En este sentido, el Espacio Europeo de Educación, también conocido como el “Plan Bolonia”, implica la instauración de nuevas metodologías docentes, en detrimento de las tradicionales clases magistrales. De este modo, el nuevo sistema reconoce un papel protagonista al alumno y a su aprendizaje debiendo de adquirir éste conocimientos, destrezas y habilidades a través de:

a) La enseñanza práctica, fomentando la intervención activa del alumno a través de ejercicios, trabajos en grupo, prácticas profesionales, etc.

b) La evaluación continua del alumno llevando a cabo un seguimiento diario a su trabajo personal, proponiéndose principalmente dos herramientas para llevar a cabo la misma: las tutorías personales y el uso de todas las posibilidades que ofrecen Internet y las nuevas tecnologías TIC.

Sin embargo, para algunos el impulso de las TIC en el contexto de Bolonia va a suponer un cambio total de la universidad tal y como se conoce hoy en día. Así, consideran, tal vez de una manera excesivamente exagerada, que debemos “prepararnos para ir diciendo adiós a la universidad. Decir adiós a la universidad es tanto como decir adiós a la universidad que vivimos como estudiantes y que vivimos todavía, desdibujándose sin solución de continuidad, como profesores. Una universidad, aquélla, con aulas, con alumnos, que ahora nos percatamos de cuál era su nota más característica: la de ser una universidad presencial. Esa presencialidad se percibe hoy como algo que está en trance de extinguirse. Es innecesario verse, mirarse, hablarse, reunirse… La universidad de hoy y, sobre todo, la de mañana, la del futuro inmediato, se mira a través de los monitores de los netbooks, los smartphones…; se fragua en entornos propicios como las redes sociales que tanto nos comunican aunque sea a fuerza de aislarnos… El face-to-face de los anglosajones y/o el tête-à-tête del mundo galo no solo es incómodo es también algo obsoleto. Una universidad presencial es, aseguran los que dicen saber de todo esto, un reducto del pasado. Hay que dirigir los pasos, nos cuentan, nos tratan de convencer hacia la universidad online que permitirá, al fin, esa figura, tan innecesaria y perturbadora, como es el profesor universitario”[2].

En este sentido, lo cierto es que cada vez que una nueva tecnología emerge con el potencial de cambiar la forma en que las personas viven y trabajan, despierta un vivo debate sobre su impacto en nuestro mundo y la preocupación por la amplitud con que se debe adoptar. Algunas personas van a ver la tecnología con gran optimismo, mientras que otras lo ven como algo amenazante y distorsionante. Cuando se introdujo el teléfono, muchos críticos pensaron que perturbaría la sociedad, disolvería las comunidades, erosionaría la privacidad, y fomentaría un comportamiento egoísta y destructivo. Otros pensaban que el teléfono era una fuerza liberadora y democratizadora que crearía nuevas oportunidades de negocio y contribuiría al desarrollo de la sociedad.

Internet trajo de nuevo alguno de estos argumentos a la vida actual. Algunos optimistas ven Internet como el mayor invento de la humanidad -una invención al nivel de la imprenta-. Así, consideran que Internet supone un poder económico y político sin precedentes, comunicación más rica entre las personas, un renacimiento cultural y una nueva era de prosperidad económica y paz mundial. En el otro extremo, los pesimistas creen que Internet dará lugar a la explotación económica y cultural, acabará con la vida privada, y provocará una disminución en los valores y las normas sociales.

Si la historia sirve de guía, ninguno de estos argumentos ha demostrado ser correcto. Así como el teléfono, la electricidad, el automóvil y el avión dieron forma a nuestro mundo en el siglo XX, Internet ha perfilado los primeros años del siglo XXI, y tendrá un profundo -y muy positivo- impacto en la forma en que trabajaremos y viviremos. Pero no va a cambiar los aspectos fundamentales de la empresa y la sociedad, ya que las empresas todavía tienen que obtener beneficios, la gente necesita todavía su marco social y la educación seguirá necesitando grandes maestros[3].

Sobre la base de anterior, el presente trabajo tiene por objeto, analizar el impacto que las TIC están teniendo en el mundo de la docencia.

Para ello, analizaremos, de una parte, el cambio de los perfiles tanto del alumnado como del profesorado en una universidad en la que cada vez más se está adentrando la revolución tecnológica; y de otra, se describirán algunos de los modelos existentes para la implantación de las TIC en las universidades.

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2. Cambios en los perfiles del profesor y del alumno

El 8 de marzo de 2012 se presentó por parte de la Fundación Telefónica el informe «Universidad 2020: papel de las TIC en el nuevo entorno socioeconómico» en el que se analiza el nuevo escenario al que se enfrenta la enseñanza superior, en un momento en el que se precisa una evolución del modelo tradicional de docencia basado en las clases magistrales hacia otro más flexible, abierto y participativo.

Como sabemos, el sistema universitario español se enfrenta al reto de la puesta en marcha del Espacio Europeo de Educación Superior, el crecimiento del número de universidades, el envejecimiento de la población, el nuevo comportamiento de la juventud, la globalización y la crisis económica con sus consecuentes restricciones presupuestarias.

Además, la universidad atiende actualmente una mayor demanda de conocimiento por parte de los ciudadanos, que necesitan mantenerse actualizados, y se adapta a la consolidación de la sociedad digital, retos que suponen también oportunidades y, sobre todo, una renovación del sistema universitario.

Por un lado, se debe evolucionar del modelo tradicional de docencia basado en las clases magistrales hacia un modelo más flexible, abierto y participativo en el que los estudiantes desempeñen un papel más activo en su propio proceso de aprendizaje, en el que las enseñanzas se adapten a las demandas de la sociedad y en el que los materiales educativos tradicionales incorporen los formatos avanzados en red y la elaboración conjunta de contenidos, con equipos de investigación multidisciplinares y cooperativos beneficiados por redes de alta velocidad[4].

En este contexto, resulta más que evidente que los roles o perfiles tanto del profesor como del alumno universitario tienen que cambiar (de hecho, ya están cambiando) de manera considerable. En efecto, el lema de Bolonia de “aprender a aprender” no solo tiene que estar muy claro en el concepto de la enseñanza del alumno, sino también en el contexto del desarrollo del profesor[5].

El alumno ya no viene a clase con libros o carpetas llenas de apuntes, sino que se persona con mochilas llenas de portátiles o tablets. Así, se está cambiando el modelo de estudiante tradicional que estudiaba en formato papel y era secuencial (porque asistía a una lección magistral para preparar un examen), pasivo (porque el trabajo de clase descansaba en el profesor) y respetuoso de la jerarquía (porque el profesor era un sabio oráculo y no un igual en camino del conocimiento) por el modelo del estudiante digital que se caracteriza por hacer un enorme uso de las TIC, por ser activo o participativo a través de las mismas (por ejemplo, haciendo usos de campus virtuales donde profesores y alumnos intercambian información y conocimientos) y por considerar a los profesores no como “seres omniscientes” sino como orientadores y apoyos de su educación.

En efecto, el informe de la Fundación Telefónica revela que hoy en día el 97% de los jóvenes universitarios utiliza habitualmente Internet y el 65% está presente en redes sociales, es decir, son nativos digitales. Y el futuro augura un crecimiento exponencial donde el alumno tendrá total dependencia de sus dispositivos móviles y contará con tabletas-PC con acceso a gran velocidad, capaces de dialogar con el resto de elementos que estén a su alrededor.

Además, señala el informe que los alumnos se caracterizan por una mayor inteligencia visual, un gusto por la hipertextualidad, una mayor capacidad de socialización en la red o de resolución de problemas sin necesidad de manuales, apuntes o libros de texto. Se han apartado de la lectura a favor de la imagen o del videoclip, han sustituido el relato por el Twitter y la novela por las historias de Facebook. Lo que conocen lo conocen de forma superficial y tienen la sensación de que aprender es permanentemente un proceso lúdico, espectacular, divertido, donde el sacrificio, la entrega y el esfuerzo pueden ser soslayados perennemente y es aquí donde, como ahora veremos, debe esforzarse especialmente el profesor[6].

Como consecuencia de estas nuevos caracteres de los alumnos, el rol del profesor también debe cambiar. Así, ya no es un mero transmisor del conocimiento a los alumnos sino que debe evolucionar y convertirse en un mediador en la construcción del propio conocimiento de éstos. La universidad y el maestro dejan de ser fuentes de todo conocimiento, y el profesor debe convertirse en un guía, orientador o tutor de los alumnos, facilitándoles el uso de los recursos y las herramientas tanto materiales como digitales que precisan para adquirir nuevos conocimientos[7]. Así, el profesor universitario se transforma en una especie de entrenador o coach “en la distancia”[8].

De este modo, y teniendo en cuenta además que en una sociedad con exceso de información como la actual, el alumno ya puede acceder a toda la información que necesite fuera del aula, el profesor debe de ser capaz de despertar la curiosidad del alumno[9]. Los profesores, asumiendo más responsabilidades que en el modelo tradicional, tenemos la obligación de buscar fórmulas de enseñar más atractivas, actualizar permanentemente nuestras asignaturas, buscar la relación y la participación del mundo laboral y profesional en la formación y llevar nuestra investigación a las clases, para hacer partícipes a los alumnos.

3. Modelos para la implantación de las TIC en la universidad

Por otra parte, el Plan Bolonia apuesta claramente por el uso de las TIC en la universidad. De hecho, ya estamos viendo que en los planes de estudios e itinerarios formativos de los nuevos grados de todas las universidades españolas incluyen como asignaturas obligatorias informática aplicada al grado específico o aprendizaje y tecnologías de la información y la comunicación.

De igual modo, y fruto de esta evolución, la universidad ya no se encuadra exclusivamente en un sistema exclusivamente presencial sino que las nuevas metodologías docentes universitarias basadas en el aprendizaje se desenvuelven hoy en día a través de alguno de los tres sistemas siguientes:

a) Sistemas puros de enseñanza presencial, en los que tradicionalmente nos hemos formado, a través de clases magistrales impartidas por profesores en las aulas.

b) Sistemas puros de enseñanza online, donde se ofrece lo que se conoce como e-learning, un fenómeno educativo completamente apoyado en los medios digitales.

c) Y sistemas mixtos que combinan los dos anteriores y que tienen múltiples sub-modalidades, como clases virtuales y encuentros físicos con tutores que se celebran con cierta periodicidad. También pueden darse mediante el aprendizaje individual a distancia combinado con períodos cortos de asistencia a clase en los que se aprovecha para potenciar el trabajo en equipo, entre otras cosas. Es lo que se conoce como enseñanza semi-presencial y que cada vez va ganando más adeptos[10].

En este mismo sentido, resulta bastante revelador lo que ROBERTS, ROMM Y JONES describen en sus cuatro modelos, en función de lo evolucionado que se encuentre el sistema y la institución en cuestión en la que se quieran implantar las TIC[11]. Así:

a) El modelo de iniciación se caracteriza por ofrecer apuntes y algún otro material en formato web. Generalmente no se facilitan oportunidades para la interacción o el diálogo, ni se proporcionan recursos extra. La utilización de Internet como apoyo en el aprendizaje y en la enseñanza requiere un cambio de cultura, tanto en los profesores como en los estudiantes.

Por lo tanto, no sorprende que este modelo minimalista sea ampliamente usado por quienes son más cautelosos ante tal cambio.

En todo caso, este modelo es aconsejable en aquellos contextos de aprendizaje donde el tiempo de preparación sea muy limitado, el espacio en el servidor web sea escaso, el instructor sea nuevo en la distribución basada en web y fallen las destrezas básicas relativas a ordenadores.

b) El modelo estándar trata de utilizar las ventajas proporcionadas por la tecnología para permitir un cierto grado de comunicación e interacción entre estudiantes y profesores, además de proporcionar otro tipo de recursos, como los recursos electrónicos en forma de enlaces, copias electrónicas de todos los materiales impresos del curso, diapositivas de las clases, notas de las clases presenciales, tareas y soluciones de talleres, guías para las actividades, listas de discusión electrónica para el curso, etc.

La utilización de este modelo es apropiada cuando el profesor está experimentando por primera vez con la gestión de la enseñanza mediante la web, o cuando los estudiantes están participando por primera vez en un curso de estas características, o cuando se prefiere, por alguna razón, la distribución de actividades en papel.

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c) El modelo evolucionado mejora el estándar al introducir otros elementos complementarios de cara tanto al entorno de enseñanza (seguimiento de los alumnos, gestión electrónica, etc.), como al de aprendizaje (distribución en CD-ROM, pendrive o compartiendo archivos en la nube; clases pregrabadas en audio; animaciones; clases en “vivo” como respuesta a demandas específicas de estudiantes, etc.).

Este modelo es apropiado en situaciones donde es preferible la distribución de actividades en formato electrónico, las clases pueden ser pregrabadas, el profesor dispone de suficiente tiempo para asegurar la difusión del sitio web, se pretende la interacción y la retroalimentación, y cuando se van a trabajar aspectos complejos o técnicos.

d) Finalmente, mientras los tres modelos anteriores tratan, en medida distinta, de adaptar el patrón de enseñanza presencial a un formato web, el modelo radical ignora el concepto de clases.

Aquí, los estudiantes son organizados en grupos y aprenden interactuando entre ellos y utilizando una vasta cantidad de recursos web existentes, y el profesor actúa como guía, asesor, facilitador, o cuando es requerido.

Las características diferenciales de este modelo serían, por ejemplo, el envío de un vídeo a todos los estudiantes al comienzo del semestre, explicando la forma en la que el curso funciona. Tras una mínima instrucción tradicional, los estudiantes usan los materiales y localizan otros recursos disponibles en la web, el uso intensivo de las listas de discusión, la sustitución de clases por presentaciones electrónicas en línea preparadas por los mismos estudiantes, la organización de los estudiantes en grupos, etc.

Las situaciones en las que la aplicación de este modelo resulta aconsejable serían cuando se considere beneficioso el trabajo en grupo, para estudiantes que estén familiarizados con el uso de la web, las herramientas de comunicación y los sistemas de búsqueda de información, que dispongan de habilidades de investigación y que sean capaces de trabajar de forma autónoma, sin la presencia continuada del profesor. Éste, por otra parte, debe encontrarse cómodo actuando primero como guía y posteriormente como facilitador, más que como distribuidor directo de conocimientos; y cuando existan recursos suficientes y relevantes para el contenido del curso en la red.

Como vemos, la Universidad 2.0 ya está aquí, superando así las tradicionales barreras espacio-tiempo, con una nueva forma de aprender y educar cada vez más enfocada a la desaparición de los espacios físicos y los horarios establecidos. “En cualquier lugar”, “en cualquier momento” y “en cualquier dispositivo” son las reglas actuales de la tecnología[12].

4. A modo de conclusión

Nos guste o no, y al igual que ha ocurrido en el mundo profesional y empresarial, la implantación de las TIC en el mundo universitario es un hecho totalmente irreversible que está configurando una universidad distinta a la conocida hasta ahora y que presenta caracteres tan relevantes como la aparición de nuevos perfiles (sobre todo de índole tecnológica) entre nuestros alumnos, así como la prescindibilidad de la presencia física en las aulas de los mismos para la obtención del conocimiento y desarrollo de sus habilidades, comenzándose a sustituir la misma por las aulas virtuales, la enseñanza online o el e-learning.

La universidad y los docentes debemos de aceptar este proceso evolutivo con naturalidad, sin desfallecer y sin ningún tipo de temor pues, de este modo, será mucho más fácil adaptarnos a un nuevo entorno socioeconómico en el que predomina lo digital frente a lo analógico, así como a las nuevas necesidades de nuestros alumnos.

A mayor abundamiento, en nuestra opinión los profesores tenemos la obligación de “reciclarnos” y convertirnos también en nativos tecnológicos para poder comunicarnos en el mismo lenguaje y con las mismas plataformas o herramientas informáticas que nuestros alumnos. De hecho, a fin de poder despertar su curiosidad en los conocimientos que tratamos de transmitirles, debemos estar incluso más actualizados que ellos en el mundo de las TIC a fin de poder facilitarles nuevas herramientas informáticas que les puedan resultar de utilidad no solo para su época de aprendizaje, sino también para su posterior práctica profesional.

 

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Notas al pie de página

[1] GATES, B., Shaping the Internet Age, Microsoft Corp. (Redmond, W.A, 2000).

[2] BUENO OCHOA, L., “Consideraciones intempestivas sobre metodología docente universitaria”, Innovación Docente en Derecho y Empresa, número 1, Thomson Reuters Aranzadi (Cizur Menor, 2012), págs. 20-21.

[3] GATES, B., op. cit.

[4] http://www.fundacion.telefonica.com/es/que_hacemos/convocatorias/detalle/08_03_2012_esp_3453

[5] MOLINA, I., “Los nuevos retos del profesor universitario”, Suplemento ABC Empresas, (2012), págs. 34-35.

[6] VAL PALAO, D., “La Universidad se enfrenta a los alumnos del futuro”, Suplemento ABC Empresas, (2012), págs. 32-33.

[7] SALINAS, J., “Innovación docente y uso de las TIC en la enseñanza universitaria”, Revista Universidad y Sociedad del Conocimiento, número 1, UOC (Barcelona, 2004), pág. 7.

[8] BUENO OCHOA, L., op. cit., pág. 24.

[9] MUÑOZ, S., “Universidad, año 2032”, Suplemento ABC Empresas, (2012), págs. 32-33.

[10] BAJO SANJUÁN, A., “El potencial de las nuevas tecnologías para el mundo académico”, en BAJO SANJUÁN, A. y VILAGRA GARCÍA, N., La ética empresarial y la responsabilidad social en el nuevo contexto digital, Cátedra Javier Benjumea (Focus-Abengoa), Memoria Académica del Curso 2009-2010, Universidad Pontificia de Comillas (Madrid, 2010), pág. 169.

En idéntico sentido, BUENO OCHOA, L., op. cit., pág. 31.

[11] ROBERTS, T., ROMM, C., JONES, D., “Current practice in web-based delivery of IT courses”, APWeb2000 (2000). Vid. también SALINAS, J., op. cit., págs. 12-13.

[12] MOLINA, I., op. cit., pág. 35.

Antonio Serrano Acitores

Transformador digital | Abogado, profesor y empresario

6 Comments

  • Jaime Morencos dice:

    Muy buen post, Antonio. Es verdad que no hay mucha diferencia entre como se dan las clases ahora y como se daban en el Siglo XIV en Salamanca por ejemplo, y esto claramente está cambiando muy rápido gracias a las TIC:

    El otro día leí que ya se dan clases con realidad aumentada. Esto es claramente el futuro.

    Un abrazo,

  • Ciertamente, los modelos de implantación se están llevando a cabo en todas las universidades españolas. Creo que estamos evolucionando ahora a pasos agigantados, pronto veremos un nuevo modelo. Genial el artículo, comparto.

  • Irene Sánchez dice:

    Es cierto que la evolución en el ámbito de la docencia es ya un hecho, una realidad, y todos debemos de adaptarnos a los «nuevos tiempos» y nuevas herramientas tecnológicas. Este post nos abre los ojos a una realidad que ya está aquí pero a muchos les cuesta aceptar y reconocer. Como bien dices en tu post, no hay que tener miedo, sino reciclarse y ser nativos tecnológicos para estar a la altura de las circunstancias. ¡Fantástico post! Enhorabuena.lLo compartiré.

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