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1. Liderazgo en tiempos difíciles

Vivimos tiempos difíciles, tiempos de incertidumbre. La crisis del Coronavirus Covid19 ha asestado un golpe durísimo a nuestra manera de vivir. La salud está en riesgo, la economía global ha colapsado, nuestras libertades se están viendo restringidas como consecuencia de los estados de alerta y emergencia que se están declarando en los diferentes países.

 

La crisis institucional también es evidente. Las Administraciones Públicas hacen lo que pueden pero no saben cómo afrontar esta problemática con éxito. El miedo está llevando a la sociedad a adoptar comportamientos discriminatorios e incluso racistas. La desglobalización parece haber empezado y las consecuencias económicas pueden llegar a ser desoladoras, similares a las que se dieron después de la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, sin embargo, el enemigo es invisible.

En la época de la edición genética, de la inteligencia artificial, del blockchain, del big data, de la computación cuántica y de otras tecnologías disruptivas nos creíamos dioses. En la época de las tecnologías exponenciales nos creíamos invencibles y casi inmortales y lo que verdaderamente ha resultado exponencial ha sido el aumento de las infecciones. Nuestra vulnerabilidad como seres humanos se ha vuelto a poner de manifiesto.

Nos encontramos ante un nuevo cisne negro, una situación que parecía imposible que sucediera, que ha trastocado nuestra existencia y que hará que nada vuelva a ser igual. Parafraseando a Antonio Muñoz Molina en su ensayo Todo lo que era sólido refiriéndose a la crisis financiera iniciada en 2008:

«Nada es seguro nunca. Todo lo que era sólido se está nuevamente disolviendo en el aire. El mundo que imaginábamos firme y bien armado y hasta aburrido en la somnolencia de la prosperidad y del bienestar ha resultado tan fácil de desmoronar como un castillo de arena«.

La incertidumbre es total. Y es que todo está cambiando a una velocidad nunca vista antes. Los niños no van al colegio, el teletrabajo ya no es opcional sino casi una imposición, estamos cambiando nuestras costumbres saludándonos desde la distancia y evitamos el contacto físico hasta de nuestros seres más queridos. Se nos han roto los abrazos.

Esta crisis va a acabar con muchos gobiernos, con muchas empresas, con muchos empleos y con muchas esperanzas.

Decía Antonio Machado «qué difícil es / cuando todo baja / no bajar también«.

Pero lo contrario también es cierto y la excelencia puede ser emulada igual que la mediocridad, y el liderazgo se contagia igual que la mezquindad.

Volviendo a Muñoz Molina, «vivimos en este mundo, no en otro. Lo que tenemos es mucho más singular y más frágil de lo que creíamos. Para preservarlo no nos queda más remedio que extremar la agudeza, la voluntad de trabajo, que ser productivos y sobrios, que abrirnos a la iniciativa y al talento, que dotarnos de un sistema que favorezca el despliegue de las mejores capacidades en el mayor número de personas. No hay sitio ya para la autoindulgencia, la conformidad, el halago«.

Por eso, es el momento de los líderes, es el momento de guiar, de ayudar a los demás a gestionar esa incertidumbre, de ser voces de esperanza y consuelo.

[click_to_tweet tweet=»‘La tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado’. (Henry Kissinger)» quote=»‘La tarea del líder es llevar a la gente desde donde están hasta donde no han estado’. (Henry Kissinger)» theme=»style3″]

2. ¿Qué es un líder?

De acuerdo en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, la palabra líder tiene su origen en el verbo inglés «to lead» que significa «guiar» y puede definirse como aquella persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad.

Ahora bien, como bien explica Alfred Sonnenfeld en su muy recomendable libro Liderazgo Ético, quienes mejor han explicado el liderazgo han sido los clásicos griegos.

Aristóteles, en su Ética a Nicómaco, destaca la magnanimidad, la grandeza de ánimo, como la principal característica del líder excelente, el más alto ornamento de las virtudes.

De igual forma la encontramos en Homero cuando considera la dignidad de la areté -la excelencia- como la cualidad que permite al hombre apropiarse de la belleza. Así, para «entrar en posesión de la belleza» hemos de estar dispuestos a vivir en todo momento con rectitud de intención. Significa subordinar lo material, los bienes, los honores y la técnica a un alto ideal, para poder entrar de esta manera en posesión de la belleza y de la felicidad.

El ejemplo claro lo encontramos en la Odisea. Homero convierte en este clásico al héroe Ulises en un verdadero líder que se esfuerza por vivir todas las virtudes, y de manera especial la magnanimidad, y al que nunca le falta el consejo inteligente o la palabra adecuada. La sabiduría que procede de su alta areté le capacita para volver a Ítaca, después de triunfar antes sus más poderosos enemigos y lo más horribles peligros.

En definitiva, para los griegos este concepto de belleza son las acciones que se caracterizan principalmente por su coherencia ética. Y es que el líder que ha hecho suya la belleza del actuar recto es feliz.

3. Características de un líder

El profesor del MIT David Niño considera que el liderazgo ocurre cuando alguien detecta y satisface las necesidades desatendidas de un grupo.

Liderar supone mover, motivar, entusiasmar y educar. El buen líder ve, descubre, sabe cómo «hacer salir» para que no permanezcan ocultas las mejores cualidades de las personas que trabajan con él; sabe detectar las riquezas escondidas, las cualidades, como diamantes que hay que pulir.

Para ello, el líder se formula tres preguntas que le ayudan a fijar sus valores y actuar de acuerdo con los mismos: ¿quién soy?; ¿por qué estoy luchando?; y ¿quién quiero ser?

En esta línea, y dado el peculiar momento que vivimos, nunca antes fueron tan ciertas las palabras Nietzsche de «quien tiene un porqué para vivir, podrá soportar casi siempre el cómo«.

El líder intenta hacer las cosas cada día un poco mejor y busca ser ejemplar.

El líder es coherente. Es excelente porque existe coherencia entre su vida y su modo de actuar. No se percibe ninguna distancia entre su ser y su querer ser. Realiza lo que para él tiene valor, lo que es digno de ser vivido de modo ejemplar.

El líder tiene vocación de servicio e influye positivamente en la vida de los demás, inspirándolos.

El líder tiene autoridad pero no porque sea autoritario, sino porque se cree en él, porque es un líder ético que se rige por una serie de valores.

El líder es esperanza en los tiempos de dificultad. Se constituye en la luz que guía en la oscuridad y carga sobre sus espaldas los miedos de los demás.

El líder posee una inteligencia especial. No solo es capaz de resolver problemas, sino también de adaptarse con facilidad al cambio y la incertidumbre. Todo ello sin perder de vista la inteligencia emocional, siendo muy habitual su capacidad para empatizar con los demás.

Y finalmente, el líder ayuda a los miembros de su equipo para que también se conviertan en líderes.

4. ¿Cómo ser líder en tiempos de Coronavirus?

Decía Christopher Reeve, el actor que mejor ha interpretado a Superman, que «un héroe es un individuo común que encuentra fuerza para perseverar y soportar a pesar de los obstáculos«.

Es el momento de ser líderes y ayudar a otros a ser líderes. Todos podemos conseguirlo. Solo hace falta proponérselo y creedme, no va a ser tan difícil.

Puede que tengáis miedo pero como decía Alonso de Ercilla y Zúñiga «el miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente«.

Winston Churchill, claro ejemplo de líder durante la Segunda Guerra Mundial, decía que «si estás en medio de una tormenta, sigue caminando«.

Además, es en las crisis donde encontramos los mejores ejemplos de héroes y líderes. No hay más que ver la generosidad y entrega que están demostrando día a día nuestro personal sanitario y nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad.

Chiara Ferragni, una influencer italiana tachada en varias ocasiones de persona frívola, nos ha dado una lección a todos recaudando desde sus redes sociales millones de euros en donaciones para reforzar las unidades de cuidados intensivos de los hospitales de su país.

Cipri Quintas, uno de los mayores expertos de networking de este país, intenta tranquilizarnos a todos con sus vídeos y traslada los mensajes de cariño de nuestra ciudadanía al personal sanitario.

Medios de comunicación como El País, ABC, El Mundo, La Razón o RTVE de la mano de editoriales educativas están intentando ofrecernos contenidos para entretener y educar a los niños (y a los no tan niños).

Empresas como Telefónica van a dar más entretenimiento y datos gratis mientras dure la crisis por el coronavirus.

Room Mate, Palladium y otras cadenas hoteleras han ofrecido sus hoteles para medicalizarlos y poder así ofrecer más camas a los enfermos.

Por tanto, ponerse en marcha, actuar, os quitará el miedo. Os ayudará a ser ejemplo. Y por eso, os propongo las siguientes pautas de actuación:

En primer lugar, debemos de seguir las recomendaciones del personal sanitario y de nuestras autoridades. Puede que no las entendamos, puede que no las compartamos o critiquemos, hasta puede que en algunas cosas se equivoquen o tarden en adoptar medidas. Pero es el momento de quedarse en casa, de cuidar nuestra salud para preservar la de los más vulnerables. Es el momento de la unidad, de la generosidad y de la responsabilidad.

En segundo lugar, y en la medida de lo posible ante esta situación excepcional, seguiría la pragmática recomendación de Camus: «que cada uno haga su trabajo«. En efecto, y parafraseando una vez más a Muñoz Molina: que cada uno elija ser un ciudadano adulto en vez de un hooligan o un siervo del líder o un niño grande y caprichoso, o un adolescente enclaustrado en su narcisismo. El estudiante que estudie, el trabajador que trabaje, el empresario que emprenda, el profesor que enseñe y el padre y la madre que sean padre y madre.

En tercer lugar, y debido a la alta probabilidad de que permanezcamos más tiempo del deseado «confinados» puede ser un buen momento para seguir la recomendación del dintel del templo de Apolo en Delfos. Así ha llegado la hora para conocernos a nosotros mismos. ¿Quién soy yo?, ¿por qué lucho? y ¿ quién quiero ser? son algunas de las preguntas a las que ya nos hemos referido y que podemos intentar responder.

En cuarto lugar, esta situación puede ayudarnos, como decía Proust, a buscar el tiempo perdido. Puede ser el momento de ordenar tu casa, de leer libros para los que no tenías tiempo, de jugar y hablar más con tus hijos, de fortalecer la relación con tu pareja, de escribir tu primera novela o de ver todas aquellas películas que te perdiste.

En quinto lugar, podemos adquirir nuevas competencias. Muchas empresas van a verse forzadas a despedir gente, pero cuando la economía se recupere, que se recuperará, volverán las contrataciones y volverán, sobre todo, para aquellos que estén más preparados.

Por tanto, invirtamos en educación en estos momentos porque como decía Benjamin Franklin «una inversión en conocimiento paga el mejor interés«.

Existe una numerosísima oferta de formación y contenidos online por lo que no perdamos el tiempo y continuemos con nuestra formación.

De hecho, y siendo más específicos, si bien cualquier contenido puede ser excelente, creo que la falta de digitalización en nuestras empresas que ha puesto de manifiesto esta emergencia sanitaria, debe llevarnos a profundizar en este momento en la adquisición de competencias digitales. Es el momento de aprender a teletrabajar, de entender la economía digital, de entender las tecnologías que nos pueden llevar a ser más eficientes y a generar tal vez nuevos modelos de negocios que nos permitan recuperarnos más rápidamente de las devastadoras consecuencias económicas que va a suponer la crisis del Coronavirus.

Con la formación seremos capaces de encontrar nuevas oportunidades frente a la crisis.

Finalmente, os recomiendo serenidad. Serenidad entendida como paz en la adversidad, como calma ante la dificultad. Esa serenidad contagiará a tu entorno pues como bien decía Marie Von Ebner Eschenbach «solamente puedes tener paz si tú la proporcionas«.

En definitiva, y como bien dice Sonnenfeld «necesitamos unos ojos y un corazón nuevos para darnos cuenta de la importancia de involucrarnos a favor del bien común y, de este modo, saber señalar las prioridades en nuestro trabajo y en nuestras tareas cotidianas.

Hacen falta, por lo tanto líderes con generosidad y nobleza de espíritu, líderes con una fuerte e inquebrantable esperanza, una confianza casi provocativa y la serenidad de un corazón palpitante. Líderes que no se dejan arrastrar por la confusión generalizada«.

¡¡¡Mucho ánimo!!! ¡¡¡Saldremos más fuertes!!!

Madrid, a 15 de marzo de 2020

Antonio Serrano Acitores

Transformador digital | Abogado, profesor y empresario

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